Hace un par de días escuché un podcast en donde discutían lo que significa el estado de burnt out, estar quemada, por el trabajo en el mundo académico. Sé perfectamente lo que es y he estado sumergida en ese estado por varios años. Las historias que escuché, sin embargo, me dieron ideas de cómo prevenir que vuelva a caer. El estado de burnt out te lleva a sentirte además de física, mentalmente exhausta sin ningún tipo de motivación puesto que todo en el horizonte parece carecer de sentido. Es decir, en el área laboral, el estrés es tal, la presión es tan grande, que no se ve en el horizonte ningún cambio positivo, especialmente en el campo de las humanidades. Se cuestiona por qué hay que seguir ocupando un espacio que no te lleva a ninguna parte. Las historias que escuché también me mostraron la realidad de la búsqueda del logro. Hay una perenne necesidad de lograr una meta en el trabajo porque después de esa meta todo va a mejorar. Y llegas a esa meta y todo sigue igual. Entonces te pones otra meta. Así, continua la sensación de estar atrapada sin salida. En mi caso, la pasión por la enseñanza siempre ha estado conmigo y mi carácter idealista me ha mantenido con la esperanza de que la academia va a volver a lo que era, a poner al estudiantado como prioridad. Este verano, después de salir en gran medida del estado de burnt out, finalmente entendí que puedo seguir con mis ideales en el salón de clase pero el resto del ambiente no depende directamente de mis acciones. Tengo un rol, indudablemente, pero mi presencia es crucial para el desarrollo de mis estudiantes. Este verano, durante tres semanas me desconecté del trabajo y me reencontré con escenas del pasado llenas de felicidad. Esa experiencia me hizo terminar de estructurar una nueva y fresca perspectiva de mi rol dentro de la academia.
Saint George Island State Park, Florida
El mes pasado, agosto de 2023, emprendimos un viaje por tierra desde Massachusetts hasta Florida. Hacía años que Carlos y yo queríamos recorrer ese trayecto para llevar a las niñas a (re)conocer los sitios donde pasamos tanto tiempo, caminar por los pasillos de Florida State University, comer en restaurantes que frecuentábamos, ir a la playa de Saint George Island donde tantas veces fuimos felices. Fue un viaje maravilloso en el que visitamos gente querida en el camino, conocimos lugares que queríamos ver y llegamos al destino: Tallahassee y Miami.
Pasamos muchas horas en el carro viendo los cambios del paisaje, la vegetación; dejamos los pinos atrás y vimos las palmeras. Escuchamos mucha música y me convertí oficialmente en la DJ de los viajes por tierra. Deleité a mis amores con salsa, pop, flamenco, rock ligero, música alternativa, merengue, valses, hip hop y un poco de rap. Nos reímos, comimos chucherías, nos aburrimos a ratos; fue fenomenal.
Las niñas vieron a muchos miembros de ambos lados de la familia, conocimos a siete bebés, ¡la familia crece! Abrazamos a comadres y compadres, abrazamos a madrinas y padrinos. Acariciamos perritos y pájaros. Las caricias y las imágenes recordadas y revividas me hicieron pensar en lo dichosa que soy en este momento. La estabilidad laboral me ha permitido lograr este objetivo soñado. El trabajo, que tanto me agobia y me estresa, por el que he llorado a causa de frustración y decepción, en su totalidad es realmente eso, un trabajo.
Siguieron los días de estas vacaciones tan lindas y yo, desconectada totalmente de la oficina, continué meditando sobre ello. La mirada hacia los deberes ha cambiado, o al menos lo siento así en este momento. Tengo ganas de aprender a desprender mis emociones de lo que hago fuera del aula, pues el aula me enamora constantemente pero al salir de allí me he sentido atrapada y abatida por años. Sin embargo, es el aula el centro de todo, mi presencia en el salón de clase es lo que me mantiene en primer lugar apasionada con mi profesión y en segundo lugar empleada. Lo demás, lo que no pertenece a la comunicación y conexión con los estudiantes, la burocracia, eso, se debe quedar fuera, como así se queda todo fuera de las olas del mar de Saint George Island en el Golfo de México, muy cerca de Tallahassee, la ciudad de mi corazón.
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