Así titulé una pequeña charla que di en la clase de una colega y amiga este semestre. Dicha clase se trata de Politics of Black Hair, y es una cosa maravillosa. Es una ventaja para los estudiantes tomar este tipo de clases con profesores tan abiertos y receptivos. Yo me sentí, en primer lugar, halagada de que mi colega me invitara. En segundo lugar me sentí fascinada con la idea de hablar sobre el pelo con los estudiantes de clase puesto que ya yo he venido conversando al respecto, bajo la idea de la teoría social del cuerpo.

Hice una corta presentación de PowerPoint con el objeto de incluir algunas fotos de rulos y pelos lisos pertenecientes a diferentes personas de mi familia. También incluí, y discutí, algunos conceptos relacionados con el pelo, que denotan la presencia de un discurso opresivo dentro de la sociedad venezolana de mi tiempo allá, cuando estaba en el colegio y luego en la universidad. Ese discurso dice que las mujeres deben estirarse el pelo, deben "arreglarse" el pelo. Hablando de esos términos que yo escuché una y otra vez de todas las personas que me rodeaban, y por los que nunca, nunca salí de mi casa sin estirarme el pelo, les mostré a los estudiantes una foto mía con el pelo liso.

Se quedaron todos atónitos. ¡Hasta yo! Hace tanto tiempo que no me lo hago que ahora me veo rara.

Mi pelo enrollado es precioso y me siento bien. No hay nada que arreglar.