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  • Writer's picturenaidasaavedra

Y llegó el último destete


Ya mi beba tiene 10 meses. Mi plan era darle pecho hasta que cumpliera un año como hice con sus dos hermanas. Sin embargo, las circunstancias no han sido las mismas. Hemos estado en el medio de una mudanza; hace justo un mes nos mudamos a Worcester, Massachusetts y viniendo desde Georgia por tierra, todo el proceso ha sido cansón para todos. Ya estamos instalados, con todas las cajas desembaladas, las cosas acomodadas y adaptados. Durante las últimas semanas mi chiquitica más y más quería tomar pecho, además de que estaba ávida por comer muchas cosas; quizás era un momento de crecimiento, quizás se avecinaba la aparición de su primer diente, no sé. Lo que sí sé es que yo estaba totalmente exhausta y sentí que era el momento de destetarla. Tanto ella como yo necesitamos dormir corrido al menos cinco horas. Esos bloques de sueño de dos horas con intervalos de cuarenta y cinco minutos para mamar no estaban funcionando para nadie (imagínenme noche tras noche así, con las otras dos niñas que atender, la mudanza, etc.)

Hace doce días, después de pasar una noche muy mala (Carlos tampoco había dormido nada muchos días) decidí empezar a destetarla. Con la leche de fórmula se llenaría más y estaría más tranquila a la hora de dormir. Hablé con Carlos, me dijo que sí. Llamé a mi papá, pediatra, me dijo que sí. Le conté a mi hermano, le conté a mi prima, le conté a mi comadre. Todos me dijeron que sí, que lo hiciera. Yo necesitaba el apoyo de todos para seguir adelante. No quería hacer sufrir a mi bebé pero sabía que era la decisión adecuada. Y así empezamos, poco a poco, quitando las tetadas, introduciendo más leche de fórmula a su dieta y poco a poco, en doce días la desteté.

Anoche durmió sin pecho. La última tetada que le quité fue la de la noche, la que más deseaba ella pues era el momento de quedarse dormida con tranquilidad, con luz tenue y en silencio. Se tomó su leche y luego lloró, me haló la blusa, me miró con angustia como preguntándome qué me pasaba. La abracé y le dije que era el momento de dejar el pecho por completo (desde hacía tres días solo le daba por la noche). La arruyé, le canté al oído. Dejó de llorar. Me quedó mirando mientras yo le cantaba y poco a poco fue cerrando sus ojos. La puse en su cuna en el cuarto que comparte con sus hermanas, quienes ya estaban dormidas. Luego fui a mi cuarto y me puse a llorar.

Sentí que ya no era indispensable. El hecho de que ya no le daría pecho a nadie más me dio una bofetada. Esta es mi última bebé y antiayer fue el último día que le di pecho. Al mismo tiempo me sonreí al pensar que mis pechos volvían a ser míos completamente, que podía dejar de usar protectores mamarios que tanto odio, que podía comprarme sostenes normales pues solo tenía sostenes maternos. Pensé que ya no tenía que usar siempre blusas de botones para poder dar de lactar. ¡Ya podía usar cualquier tipo de ropa! Lloré un poco más. Lloré y me sonreí.

La chiquitica durmió corrido y hoy se despertó de muy buen humor. Yo lloré un poco más esta mañana. Luego Carlos me dijo que me fuera sola a la tienda a comprarme unos sostenes. Así hice, me tomé mi tiempo, escogí algunos que me gustaron mucho y volví a casa contenta. Luego le di un vaso de leche de fórmula a la beba (¡logré que agarrara el vaso de piquito en esta transición!) y tomó su siesta.

Este vaso ahora es nuestro mejor amigo. ¡Adiós pecho! (¡Y adiós tetero!) Este cambio le ha caído bien a todos en la casa; es un paso más hacia el crecimiento de todos como familia.

Llegó el último destete. Y así sigue la vida.

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