Sé que lo que voy a decir está trillado pero ¡es que es tan cierto!
La vida le regala a uno la dicha de ver nacer a un bebé, de ver cómo todo lo sufrido valió la pena.
Me he vuelto a enamorar. Ese es el punto. El amor es inacabable. El amor que se siente por los hijos es inagotable e inmenso; y el corazón se expande y se expande porque aunque esta sea mi tercera hija, hay lugar para quererla por igual. Hay mucho espacio en el corazón para el primero, para el segundo, para el tercer hijo.
Por ahí dicen que como una madre no hay dos y lo creo; el amor que le sale a uno del vientre no tiene comparación con nada.
Hasta mañana.