Este semestre tengo una estudiante de Ucrania. Es una muchacha inmigrante que tiene pocos años en Estados Unidos y está estudiando en la universidad lenguas modernas.
Mis estudiantes saben sobre lo que pasa en Venezuela, saben cómo me siento y muchos se preocupan por mi familia. Yo sé que mi estudiante es de Ucrania y que también está afectada por la situación en su país.
Hoy, no hablé de Venezuela pero al terminar la clase ella se me acercó y me dijo:
"En nuestros países la gente es guerrera".
La miré y se me arrugó el corazón. Qué hermosas palabras. Nos quedamos hablando por casi 45 minutos después de clase porque ella encontró en mí una especie de compañera. Todos mis estudiantes saben que soy de Venezuela, que soy inmigrante, que mi familia está allá. Es la misma situación en la que mi estudiante se encuentra. Sentí que se acercó a mí para compartir la indignación, la preocupación, el estrés, la tristeza, la rabia. Fue un diálogo muy interesante porque cada una decía "en Ucrania es así...", "en Venezuela es así..." y comparamos. El conflicto de nuestros países es diferente; además en Ucrania tienen ahora el problema de Crimea y la intromisión de Rusia que quiere que Crimea vuelva a ser parte de su territorio. Pero el desarrollo de las protestas es el mismo, hay dos bandos, uno pro Rusia y uno anti Rusia.
Los humanos no nacimos para estar solos, estamos siempre buscando un igual que nos acompañe. Hoy conversé con mi estudiante de Ucrania y nos encontramos. Encontramos un igual en medio de nuestro pequeño mundo creado este semestre en la clase de gramática avanzada que dicto cada lunes, miércoles y viernes.
En nuestros países la gente es guerrera.